La mayor parte de la representación la ocupa la discusión entre la protagonista y su pareja, Dave Miller, un promiscuo patológico que se justifica con su inquebrantable libertad. La protagonista se identifica también por su búsqueda de libertad, que se materializa en la huida de la imagen de su madre. No pude evitar ver a una mujer que huyendo de lo anterior busca una libertad basada en valores masculinos. En definitiva, ella ha querido ser de alguna manera Dave Miller.
En el momento en que nos acercamos a ella ya es consciente de que su relación con él está precisamente arrastrándola a otro estado de sacrificio que le impone el respeto de su libertad masculina. Lo que más me gusta de esta historia es que nos encontramos ante una mujer en crisis, pero que está ya en camino de construir una libertad basada en algo propio, alejada tanto de la absurda ambición de ser un hombre como de ser una mujer sacrificada al cuidado de los demás.
Espero que Ana Freeman (no debe ser casual la elección del apellido) haya encontrado su camino. Intuyo que sí.
2 comentarios:
más que ser libres,
que dudo que sea posible,
pretendemos sentirnos libres
pensando que los somos,
(auto)convenciéndonos.
huyendo,
de alguna forma,
de lo que sentimos que nos ata
pero que en realidad, nos aterra.
Hola Didac Udagoien,
Yo tampoco creo que seamos muy libres y menos en el terreno sentimental y de pareja.
Pero sí creo que es importante saber cómo queremos operar dentro de los márgenes que aún nos quedan.
Gracias por tu comentario!
Publicar un comentario